¿Y cuáles son tus cadenas mentales?
Las creencias y las costumbres son paradigmas que, dependiendo de su grado de rigidez, pueden tener efectos positivos o negativos en nuestras vidas.
Como esquemas mentales, los paradigmas pueden servirnos en un momento determinado para enfrentar exitosamente cualquier situación.
Pero si nos acostumbramos demasiado a un esquema o «fórmula», el mismo paradigma puede convertirse en una carcel.
En cambio, si ejercitamos suficiente flexibilidad y humildad para ver las cosas desde diferentes perspectivas, los paradigmas pueden ayudarnos a aprender mejor y cambiar en positivo.
Recordemos que el efecto más perjudicial que puede tener un paradigma ocurre cuando, por la fuerza de la costumbre, no vemos ni las oportunidades que tenemos frente a los ojos.
En estos casos de ceguera paradigmática, el punto de vista de alguien diferente es nuestra salvación.
Así queda demostrado en esta breve historia que quizás conozcas:
«Junto con su discípulo, un viejo maestro decidió visitar la casa más pobre de un pueblo lejano.
En una choza arruinada encontraron a una familia que sólamente tenía una raquítica vaca, que les permitía sobrevivir con la poquita leche que daba.
El padre de la familia, muy hospitalario, invitó al maestro y su discípulo a pasar la noche con ellos.
Al día siguiente, antes de que la familia desperatara, el maestro le dijo a su discípulo:
—Ha llegado la hora de tu lección.
Con un filoso y enorme cuchillo, el maestro degolló a la pobre vaca en un sólo movimiento.
Notoriamente perplejo, el discípulo se quejó:
—¿Qué clase de lección es esta, maestro?… ¿Por qué dejamos a esta miserable familia sin nada?
Y la única respuesta del maestro fue:
—Fin de la lección.
Un año más tarde el maestro y su discípulo regresaron al pueblo, y se sorprendieron al encontrar una casa enorme y muy lujosa en el mismo lugar en donde estaba aquella pobre choza.
De la casa vieron salir al mismo padre de la familia, quien no sospechaba que ellos habían sido los responsables de la muerte de su vaca.
El padre de la familia le contó al maestro y su discípulo cómo coincidencialmente el mismo día de su partida algún envidioso había degollado salvajemente al pobre animal:
—Esa vaca era nuestro sustento. Así que al verla muerta nos angustiamos mucho y nos dimos cuenta que estábamos en una grave situación.
El padre de la familia hizo una pausa, suspiró y prosiguó:
—Pero decidimos actuar: limpiamos el patio trasero de la casucha que teníamos y encontramos algunas semillas que sembramos. De esa manera cosechamos algunos vegetales para comer. Pronto vimos que cosechábamos más de lo que necesitábamos y comenzamos a vender nuestros vegetales en el mercado. Con las ganancias compramos más semillas y seguimos cultivando. Poco a poco hicimos más dinero, ahorramos y pudimos construir una nueva casa.
Mientras el padre de familia seguía su relato, el discípulo se dio cuenta de que la vaca había sido una cadena que mantenía a toda aquella familia atada a una vida de conformismo y pobreza.»
En esta fábula puedes ver un buen ejemplo de los efectos que tienen los paradigmas en nuestra manera de ver y percibir el mundo.
De pronto nos convencemos de que tenemos lo que nos merecemos y de que no podemos hacer nada para mejorar. Pero la gente que nos rodea puede ser el mejor «roloj despertador», o «desencadenador».
¿Te ha pasado alguna situación similar como a la familia de la choza, en las sugerencias de otra persona te hizo cambiar y mejorar?… ¿O de qué vacas te has liberado?…
Por favor, comparte tu experiencia más abajo.
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Saludos, Victoriano.
Excelente.
Si queremos llegar a la excelencia hay que romper esas cadenas. He roto muchas en mi vida. Hay una frase de autor desconocido que me encanta y cae muy bien con este texto: «Serás libre cuando te des cuenta que tu jaula está hecha de pensamientos».
Gracias por tomar el tiempo de leer y escribir tus reflexiones, Claudia. Que bueno que destaques la importancia de la «flexibilidad mental». Probablemente es el recurso más potente para manejar las situaciones de adversidad y, al mismo tiempo, el menos comprendido y practicado. ¿Por qué? Porque desarrollar la flexibilidad mental requiere de esfuerzo y nuestro cerebro más básico está regido por el principio biológico de ahorrar energía. Saludos!
De esta lectura y desde la primera que recibimos en su curso me llevo esta interesante reflexión “En cambio, si ejercitamos suficiente flexibilidad y humildad para ver las cosas desde diferentes perspectivas, los paradigmas pueden ayudarnos a aprender mejor y cambiar en positivo.” Aprender a ser más flexible me ayudará a percibir mis emoción de una manera diferente, más positivas, a no ser tan cerradas según mis creencias y a identificar nuevas oportunidades.
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