Se necesita mucho trabajo para tener suerte
Tenemos la tendencia de hablar de tener suerte como algo ajeno al trabajo, al esmero y a la constancia que se requiere para obtener resultados excelentes en una labor.
Busqué en Google «qué es la suerte» y el primer resultado fue:
«Causa o fuerza que supuestamente determina que los hechos y circunstancias imprevisibles o no intencionados se desarrollen de una manera o de otra.»
Si esa es la respuesta de Google, sin dudas «tener suerte» podría ser —casi— una filosofía anti-trabajo.
Sinónimo de suerte: azar
¿Ves a lo que me refiero? Parece que al hablar de «tener suerte», tener un plan de trabajo no cuenta. Tener la disciplina y la preparación previa necesaria, tampoco.
En este sentido, no se si es un comentario positivo que nos digan «tienes suerte» al alcanzar una meta. Podría llegar a significar que realmente no trabajamos para ello y no lo merecemos.
Otras veces, «tienes suerte» significa que estabas en el lugar y momento correcto. Así que cualquiera pudo llegar a la misma meta. ¿No es injusto?
Por favor perdona que sea tan quisquilloso con el lenguaje. Pero el uso de las palabras crea nuestra manera de ver el mundo y la forma de reaccionar ante él. Nos urge cuidar el lenguaje. Sobre todo, el que parece más inocente: el lenguaje cotidiano.
Segunda definición de Google sobre «qué es suerte»
Es más amarga que la primera: «Conjunto de sucesos o circunstancias que se consideran predeterminados para la vida de alguien.»
Es decir, si no es tu destino, no tendrás suerte en lo que te esmeras. En esta definición el trabajo prácticamente no cuenta.
¿Entonces la suerte es como una condena a factores que están fuera de nuestro ámbito de influencia?
La definición en Wikipedia me resulta mucho más interesante: «la suerte es el resultado positivo de un suceso poco probable.»
Es decir, al inicio del camino y sin experiencia, alcanzar una meta puede lucir poco probable. Pero el trabajo planificado, con disciplina y constancia, puede hacer la diferencia.
A nadie le sobra la suerte
Creo en la suerte en términos de circunstancias. Malcolm Gladwell, autor del libro Los fuera de serie (Outliers), lo plantea así:
«El roble más alto del bosque es el más alto no solo por haber nacido de la bellota más resistente, sino también porque ningún otro árbol le bloqueó la luz del sol, porque el subsuelo que rodeaba sus raíces era profundo y rico, porque ningún conejo le mordisqueó la corteza cuando era un tallo joven ni ningún leñador lo taló antes de que madurara.»
En este sentido, podríamos decir que hay circunstancias al azar. Pero no estamos supeditados a ellas y hay otras que podemos crear.
Por ejemplo, si te propones una meta comienzas a trabajar por ella, con constancia, entonces tu mismo te pondrás en el lugar correcto en el momento correcto.
En otras palabras, no se trata de ser afortunado, sino de hacerte afortunado. Cualquiera que trabaje tanto como para serlo, tendrá mucha más suerte que el que solo espera por ella.
Me parece que Isaac Asimov, reconocido historiador y bioquímico, lo plantea con genial sencillez: «la suerte favorece sólo a la mente preparada.»
Creo que la suerte juega un papel en la compleja ecuación del éxito. Pero no se trata de una suerte aleatoria. Sino que es la suerte que proviene de la planificación, la preparación y una enorme cantidad de sudor.
Es decir, se necesita mucho trabajo para tener buena suerte. Y siempre hay que hacer el mejor esfuerzo para hacernos afortunados. Esa es la mejor ventaja.
Te deseo buena suerte.
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