¿Qué ganas al diferenciar la adversidad de la incertidumbre?
Diferenciar la adversidad de la incertidumbre es la primera clave para solucionar ambas situaciones, facilitar nuestras decisiones y avanzar.
En la imagen, la adversidad está representada por el hueco que hay en el camino. La incertidumbre se refiere a las emociones de la persona cuando se encuentra el hueco: «¿podré saltar?», «¿lograré seguir hacia mi meta?», etc.
En la vida profesional y privada siempre enfrentamos diversas situaciones de adversidad.
Unas son sencillas de resolver, pero otras nos afectan emocionalmente, perjudicando nuestras reacciones, respuestas y decisiones.
Por ejemplo, nos hacen responder de manera impulsiva y nos llevan a tomar decisiones ineficaces o ineficientes.
Diferenciar la adversidad de la incertidumbre es exigente
Nuestra mente tiene la tendencia natural a poner más atención en la incertidumbre, porque es una fuente de angustia e inseguridad.
Además, pensar en qué va a pasar cuando los aspectos que determinan el futuro no están a nuestro alcance, nos quita el peso de la responsabilidad de lo que sí podemos hacer en el presente.
En consecuencia, el enfoque en la incertidumbre y la desatención de la adversidad nos lleva a una situación conocida como “parálisis por análisis”.
Sabes que te encuentras en esa especie de trampa cuando te das cuenta que todos tus análisis te meten en la calle ciega de los aspectos que no controlas y, en consecuencia, no tomas decisiones.
Todos los días enfrentamos adversidades
Como asesor de empresarios y gerentes, siempre debo abordar la adversidad más común en todo proyecto o emprendimiento: la necesidad de hacer y lograr mucho con pocos recursos.
Por otro lado, en mis capacitaciones sobre atención, servicio, mercadeo y ventas también abordo adversidades frecuentes, como el manejo efectivo de las quejas y las objeciones de los clientes.
Las constantes dificultades que hay en cualquier trabajo y su frecuencia me llevó a diseñar la capacitación “10 claves para la gerencia efectiva de la adversidad”.
La primera de esas claves, cuya efectividad he comprobado miles de veces (literalmente), es acerca de la importancia de diferenciar la adversidad de la incertidumbre.
Entender sus diferencias hace una gran diferencia
La incertidumbre es acerca del futuro y los aspectos que no están a nuestro alcance ni controlamos. Por lo cual nos afecta mucho emocionalmente y nos paraliza o genera angustia.
La adversidad es el obstáculo, la dificultad o el reto que tenemos frente a nosotros en el presente, y que necesitamos atender y solucionar con estrategia: con los recursos que están a nuestro alcance y controlamos.
Al no diferenciar la adversidad de la incertidumbre se nos hace más difícil encontrar las soluciones que sí podemos implementar, porque nuestra atención se queda anclada en lo que podría pasar por equis o zeta razón.
La incertidumbre se disipa cuando se atiende la adversidad
¿Cuántas veces has visto que el reto que parece difícil para una persona, para otra es fácil de resolver?
Quien tiene experiencia en la solución de una situación, no suele sentir angustia por lo que pasará en el futuro. La solución del caso incluye el conocimiento de eso.
En este sentido, es muy productivo comprender para la gerencia efectiva de los obstáculos y dificultades, nuestro reto principal no es resolver la incertidumbre, sino la adversidad.
Analizarla y definirla adecuadamente es una fuente de certidumbre.
Para un análisis productivo y una adecuada definición debemos preguntarnos ¿qué opciones de acción tengo y qué recursos están a mi alcance frente a esta situación, según mi rumbo?
Para responder esta pregunta, apóyate con el libro Amplía tus oportunidades.
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