¿Cuál es el costo-beneficio de tus capacitaciones y aprendizajes?
El análisis costo-beneficio es una técnica de evaluación de proyectos. Su propósito es determinar la mejor opción para lograr un beneficio, con ahorros en el proceso.
También podemos decir que el análisis costo-beneficio es una manera de razonar para evaluar soluciones, que facilita ver cómo obtener el mejor resultado (eficacia) con el menor esfuerzo (eficiencia).
Para hacer un análisis costo-beneficio
Necesitamos apoyarnos en estos pilares:
1) Precisar bien el beneficio que se quiere obtener; y
2) Conocer todos los gastos que implica obtener ese beneficio.
Precisar el beneficio siempre es un reto, muy parecido a definir una meta o un objetivo.
Por ejemplo, en el camino del aprendizaje, participar en un curso no es el beneficio, sino los conocimientos prácticos que puedes producir de esa experiencia.
En cualquier caso, este tipo de análisis nos facilitar tomar decisiones, a la hora de escoger el mejor camino para llegar a un objetivo.
¿Cuál es el costo-beneficio de una capacitación?
En el aprendizaje no se utiliza con frecuencia el análisis costo-beneficio.
Sin embargo, si entiendes el aprendizaje como un proyecto, con el cual quieres obtener un conocimiento específico, entonces puedes usar esta metodología para decidir qué capacitaciones son las que te convienen en un momento dado.
Woody Allen, famoso actor y director de cine, tiene un chiste que puede ayudar a entender el análisis costo-beneficio aplicado al aprendizaje:
“Hice un curso de lectura rápida
y leí ‘La Guerra y La Paz’ en 20 minutos.
Creo que decía algo de Rusia.”
Es decir, para Woody tuvo un costo muy bajo la lectura de esa reconocida novela (solo le tomó 20 minutos leer unas 400 páginas). Pero el beneficio (lo que Woody entendió y recuerda del libro) fue casi cero.
¿Te ha pasado algo similar?… ¿Cuántas veces has estado en una charla o un curso virtual, de una hora de duración, y una semana después solo recuerdas que hablaron “algo de Rusia”?
La asimilación eficaz de un conocimiento y el verdadero aprendizaje de un contenido, en la mayoría de los casos, no se produce con lectura o cursos rápidos.
Ahorrar tiempo en ciertos casos podría ser una trampa
En el proceso de estudio para comprender un contenido o un conocimiento determinado, el costo puede ser bajo y el beneficio más bajo aún, como vimos con Woody.
Ahorrar tiempo y dinero con una capacitación no garantiza que el resultado será beneficioso, en cuanto a comprensión y asimilación de conocimientos.
Por otro lado, creer que todas las capacitaciones sobre un mismo tema son iguales, no ayuda a comprender su costo-beneficio.
Por ejemplo, una charla general sobre marketing digital no proporciona los mismos beneficios que una clase personalizada sobre marketing de contenidos.
O un experto en una materia, con 30 años de experiencia, no enseñará lo mismo que una persona recién graduada de la universidad.
A veces ahorrar tiempo es una ficción
Por supuesto, a nuestro cerebro le fascina ahorrar tiempo y ser eficiente. Su funcionamiento se basa en el principio biológico de ahorrar energía para sobrevivir.
Sin embargo, en los procesos de aprendizaje y comunicación, el ahorro de tiempo puede producir resultados contraproducentes.
Por ejemplo, las capacitaciones que no facilitan llevar el conocimiento a la práctica, de nada sirven que sean rápidas y gratuitas.
Y desde el punto de vista de la comunicación humana, hablarle muy rápido a los clientes puede ser interpretado por ellos como falta de interés y empatía.
Otros aspectos poco comprendidos sobre el aprendizaje
Para analizar el costo-beneficio en un proceso de aprendizaje, conviene comprender ciertas definiciones.
Por ejemplo, obtener información sobre algo no quiere decir que lo aprendimos. La información en sí, no es sinónimo de conocimiento.
Antes de aprender, cada quien tiene la responsabilidad individual de transformar la información en conocimiento. Para lo cual es indispensable darle significado y utilidad personal.
Finalmente, poner el conocimiento en práctica es lo que realmente produce aprendizaje, en términos de resultados (asimilación y retención).
Así pues, usted puede ir a muchos cursos virtuales o presenciales, pero el aprendizaje no ocurre en el curso como tal, sino en el proceso de poner en práctica los conocimientos que adquirió en la experiencia de la clase.
Estas diferencias tienen varias consecuencias
Si usted asiste a un webinar y no determina la forma de llevar a la práctica el contenido que “recibió”, entonces perdió su tiempo, aunque el curso haya sido «bueno» y gratuito.
Si en ese webinar de una hora usted encontró una sola idea que podía poner en práctica, pero no la ejercita, también perdió su tiempo.
Si usted tiene que hacer 10 cursos gratuitos de una hora para obtener el conocimiento que un especialista le puede dar en 1 hora (cobrándole X), quizás ha perdido mucho tiempo (y dinero).
Hacer análisis costo-beneficio puede ser muy rentable
Aunque estemos acostumbrados a buscar oportunidades para ahorrar, no hay mucha costumbre de hacer análisis costo-beneficio de manera integral, comprendiendo todos los costos (incluyendo los “ocultos”) y teniendo claridad sobre los beneficios.
Por ejemplo, la mayoría quiere hacer cursos gratuitos porque “no les cuesta nada”, y mientras más cortos sean, mejor. Pero quizás les esté saliendo muy caro el costo de su tiempo y aprendizaje.
Sin dudas, los cursos son una formidable fuente de información. Pero el conocimiento y el aprendizaje no depende de ellos, sino de nosotros.
Por eso a veces, con los conocimientos especializados, se puede ahorrar mucho tiempo y aumentar la productividad, invirtiendo mejor el dinero para aprender mejor y más rápido.
Y las capacitaciones gratuitas no pueden ahorrarnos el esfuerzo que debemos hacer para aprender de verdad.
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