Mantén la llama encendida
Esta es la historia de un hombre que conoció el palacio de un Rey de tierras lejanas, que estaba lleno de oro.
El monarca tenia una gran variedad de ornamentos muy valiosos y cuadros preciosos.
El hombre, sorprendido por la deslumbrante prosperidad de aquel palacio, se acercó con humildad hasta el Rey y le preguntó con un casi imperceptible tono de ambición:
—Majestad, ¿cómo es que usted ha logrado tener tanta riqueza? Su palacio tiene más de cinco mil metros de oro y objetos de mucho valor.
De manera compleciente, el Rey respondió:
—Muy bien. Te voy a mostrar cual es el secreto de mi éxito… Ve y recorre todo el palacio. Visita todos sus rincones. Pero debes ir con esta vela encendida… Y si regresas con la vela apagada, después de todo tu recorrido, te decapito.
Inmediatamente al hombre le cambio su rostro. Su buen semblante desapareció, y estaba a punto de arrepentirse por haberle hecho la pregunta al Rey.
Tragó fuerte, tomó la vela, y comenzó a recorrer el palacio, con mucho miedo por lo que le podía ocurrir.
Después de varias horas caminando, el hombre regresó hasta donde estaba el Rey, quien lo abrazó y le dijo entusiasmado:
—¡Muy bien! Has regresado con éxito. ¡Te felicito! ¿Te ha gustado mi palacio? ¿Has disfrutado el recorrido?
El hombre apenas pudo responder:
—Solo he tenido ojos para mantener la llama encendida.
Y el Rey agregó:
—Pues ese es el secreto de mi éxito, mantener la llama encendida.
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