Las revoluciones científicas y los paradigmas
La palabra «paradigma» está muy relacionada con las revoluciones científicas. Su origen se remonta a la Grecia antigua, donde significaba «ejemplo», «patrón» o «modelo».
Sin embargo, el término comenzó a popularizarse en la sociedad contemporánea en la década de los 60, gracias al libro del científico y filósofo Thomas Kuhn, «La estructura de las revoluciones científicas».
Ese libro impactó profundamente a la comunidad científica de la época, porque Kuhn demostró que el avance de la ciencia y la tecnología dependía principalmente de los paradigmas de los investigadores o inventores al abordar los dilemas que buscaban resolver.
En otras palabras, Thomas Kuhn demostró que la investigación científica no es universalmente objetiva.
Los resultados del trabajo de cada investigador, cualquiera que fuera su discipina, son producto de su formación académica, de las premisas conceptuales que tiene de base y de sus convicciones formadas a lo largo de su vida.
Comprender el efecto de los paradigmas nos permite explicar cómo ocurrieron cambios tan importantes en la ciencia y la tecnología durante el siglo XX y lo que va de siglo XXI.
Los cambios de paradigmas han sido cambios de reglas fundamentales, cambios de modelos y teorías y cambios radicales en la manera de hacer las cosas.
Del mismo modo, han sido cambios que sorprendieron a la inmensa mayoría porque no eran obvios.
Un claro ejemplo de los grandes cambios de paradigmas es el de Albert Einstein, quien llegó a ideas sobre la física completamente diferentes a las que habían prevalecido durante siglos y que parecían imposibles cambiar.
Einstein se enfrentó a viejos retos científicos «con nuevos ojos» (como diría Proust).
Los conceptos fundamentales relacionados con los cambios de paradigmas se han convertido en una referencia metodológica muy importante en todas las áreas del saber.
Estos conceptos son utilizados para explicar las condiciones que facilitan o dificultan cambios de todo tipo.
Son una guía muy poderosa que te permite aprender a anticipar el futuro.
Quizás no llegues a obtener datos exactos y medibles sobre el futuro en un momento dado. Pero cuando comprendes cómo son los paradigmas de lo que quieres mejorar o cambiar, puedes actuar con mayor certeza para lograr tus objetivos.
En ese proceso descubres información que te permite predecir probables resultados. En consecuencia, también puedes prepararte para lo que va a suceder.
Dicho de otra forma, si quieres encontrar fuentes más sustentables de motivación para ti o para un grupo, es muy importante que comprendas bien cuáles son los paradigmas de la desmotivación que quieres cambiar, cómo se originan y cómo funcionan.
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[…] decir, reencuadrar implica modificar los paradigmas o esquemas mentales que utilizamos para analizar o actuar frente a una situación […]
Saludos, Patricia. Mil gracias por compartir tu reflexión. Es muy oportuna. Lo que planteas es parte esencial de los retos que plantea la comprensión de los paradigmas. La respuesta a lo que corresponde debe comenzar por lo individual, porque es la instancia de las variables controlables de cada quien. Al final, la motivación siempre es una consecuencia y no el punto de partida. Lo mismo pasa con el concepto de «éxito». TUs dos últimas preguntas también son excelentes respuestas. Gracias por tu tiempo!
Una de las cosas con las que me cuesta luchar para buscar la motivación y mantenerla, son las definiciones de éxito profesional, como el paradigma basado en meritocracia (preparación + trabajo + compromiso), que trae como consecuencia el éxito económico (vivienda propia, vehículo actual y calidad de vida). Esa fórmula actualmente no da el resultado que le daba a nuestros padres… ¿Qué corresponde?… ¿Desvincular ambos conceptos?… ¿Inventar una nueva definición de éxito?…